Hace unas semanas, un lector me pidió que escribiera un post sobre la calidad. Hoy me voy a poner con este asunto. Es lunes y a ver si al publicarlo a principio de semana alguna que otra empresa o algún cliente lo leen, se dan por aludidos y empiezan a aplicarlo.
Hay quien dice que la calidad es la capacidad de ofrecer un producto tal y como se publicita, sin cambios entre uno y otro. También hay quien dice que la calidad es la diferencia entre uno y otro producto del mismo tipo.
Pero la calidad va mucho más allá. La calidad es la duración, la eficacia, la rentabilidad, la usabilidad, la sencillez… y todo esto tiene un coste, tanto en producción y tiempo como económico.
El problema de siempre radica en si los clientes están dispuestos a pagarlo. La frase hecha de “bueno, bonito y barato” a veces, y como ya hemos comentado en otro artículo, no es posible.
¿Qué tiene que tener un producto de calidad?
Repito lo que digo siempre, este es mi punto de vista. Seguro que el de muchos de vosotros difiere del mío, así que os agradecería que así me lo hicierais saber comentándolo al final de este artículo.
1. Buen aspecto.
Siempre que compramos algo queremos que tenga buen aspecto, ya sea comida, ropa, un coche o una página web. Por lo tanto la imagen es uno de los factores principales de la calidad. Que entre por la vista!
2. Funcionalidad.
De qué sirve que algo sea bonito pero que no cumpla con su cometido principal. Una web bonita pero que no se adapte a móviles para mí es un producto limitado en calidad. Un coche bonito pero que no ande, también es un producto sin calidad.
3. Sencillez.
Si tenemos un producto, el que sea, y para poderlo manejar hay que ser ingeniero, ese producto no es, para nosotros, un producto de calidad. En este punto la calidad es relativa a la preparación de cada uno. También hay que tener en cuenta esta preparación y no meternos en linos. Si yo me compro un helicóptero es culpa mía si no lo sé pilotar, pero si compro un despertador y no sé cómo ponerlo en hora, posiblemente algo falle.
4. Durabilidad.
Todos los puntos anteriores son vitales, pero si falla este, no servirá de nada. ¿Para qué quiero algo bonito, que hace lo que tiene que hacer, además de forma sencilla, si me rompe a los 4 días? Por lo tanto, lo que tiene una vida por debajo de lo esperado es que no es de muy buena calidad.
5. Garantía.
Esto no es directamente una cualidad del producto, es más bien de la empresa que nos lo vende, pero forma parte de la calidad. En caso de que mi producto se estropee antes de tiempo, es decir, falla el punto 4, tiene que haber una responsabilidad por parte de la empresa vendedora. Si no es así, ese producto no es de calidad.
6. Servicio técnico.
Seguimos con funcionalidades que no son propias del producto pero si competencia de quien lo vende. Tal vez el producto no se rompió, pero apreté algo y se desconfiguró. ¿Qué hago ahora? Si no tengo un responsable que me asesore en la búsqueda de la solución, este producto no es de calidad.
7. Precio ajustado.
Esto, no nos engañemos, es una verdad absoluta. Si pagamos muy poco por algo, a la larga descubriremos por qué. No queremos que nos den gato por liebre pero tampoco lo hagamos nosotros. Si queremos algo de calidad tenemos que estar dispuestos a pagar su precio. Ya sea un coche, un ordenador, etc., o el tener un trabajador en nuestra empresa, ya que hoy en día y con la excusa de la crisis, muchos empresarios buscan un buen trabajador que tenga buen aspecto, sea funcional, que entienda las cosas a la primera y haga de la relación laboral algo sencillo, que dure en la empresa, también se requiere que si se pone malo no cobre, es decir, que nos dé una garantía y por si fuera poco, que nos arregle las cosas cuando se estropean. Eso sí, ¿el precio será ajustado?
Seas trabajador a cuenta ajena o empresario, no olvides este punto.
Las cosas valen lo que valen dependiendo de la calidad que ofrezcan.
Si no estás dispuesto a hacer esa inversión, debes de saber que siempre encontrarás productos adecuados a lo que te quieras gastar.